Sobre el Encuentro Euro-mediterráneo de fábricas recuperadas de Marsella


                SOBRE EL ENCUENTRO EURO-MEDITERRÁNEO DE FÁBRICAS RECUPERADAS DE MARSELLA.

(Este artículo ha sido publicado, bastante desfigurado al maquetarlo, por el periódico CNT)

                En un espacio abierto en la inmensa nave central de la fábrica ocupada Fralib, en Gemenos, cerca de Marsella, Francia, decenas de personas participan de un animado debate sobre la autogestión y el control obrero. La cercanía de las máquinas, capaces de producir las cajas para miles de bolsas de té e infusiones, el fluir de las diversas lenguas de los participantes, y el extenuante esfuerzo de los traductores, confluyen para volver irrepetible una experiencia de intercambio y aprendizaje de alta intensidad.
                No es una imagen ficticia. Ocurrió del 31 de enero al 1 de febrero de 2014, en la costa mediterránea. Tuvo el nombre de Primer Encuentro Europa-Mediterráneo de “Economía de los Trabajadores”, y estuvo organizado por el Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires (dedicado al asesoramiento de las fábricas recuperadas argentinas), así como por la Assotiation Autogestion  de Francia, el Area de Estudios del Trabajo de la Universidad Autónoma de México y el espacio web transnacional Workerscontrol.
                Este sorprendente y novedoso cónclave reunió a centenares de trabajadores, investigadores y militantes de empresas autogestionadas, universidades, centros de investigación, y organizaciones obreras y sociales de prácticamente toda Europa y numerosas países latinoamericanos.  Había presentes gentes de Francia, España, Italia, Serbia, Alemania, Reino Unido, Brasil, México, Argentina, Grecia, Venezuela, Austria…y muchos otros confines más o menos alejados del mundo.
                Los principales espacios productivos europeos presentes los conformaron los trabajadores de la propia fábrica Fralib, anfitriona del evento;  los de la Fabrique du Sud, de la misma Francia; los operarios de Vio. Me, una empresa de Tesalónica (Grecia) empeñada en producir autogestionadamente detergentes ecológicos tras haber procedido a la ocupación de las instalaciones por parte de los trabajadores amenazados de despido; o los emprendimientos italianos polivalentes y que desarrollan actividades que van desde la producción de bebidas o la reparación de equipos electrónicos al  acondicionamiento de un espacio de coworking para la nueva inteligencia precaria, como Rimaflow (en Milán) o la Officine de Zero de Roma.
                Desde el Estado Español asistimos gentes de la Red de Colectivos Autogestionados de Madrid, de la CGT, de la CNT, del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA, co-organizador del evento), de Solidaridad Obrera y algún compañero de Izquierda Anticapitalista de Cádiz, la mayoría a título personal.
                Los debates fueron extenuantes y variados, con intervenciones en numerosas lenguas que el equipo de traductores (realmente brillante) tuvo que hacer accesibles a todos y todas. Se habló de la situación social en nuestros países, de las movilizaciones que tratan de generar alternativas, de la tendencial construcción de una red de emprendimientos autogestionados europeos, en plena relación con los latinoamericanos, que pueda  promover los intercambios y generar mecanismos de apoyo mutuo más allá de las fronteras y de las líneas de demarcación puramente ideológicas.
                El evento, por otra parte, había sido dinamizado por las fuerzas y equipos humanos que trabajan, en países como Argentina, Brasil o México, con las llamadas empresas recuperadas. Empresas en crisis ocupadas por los trabajadores y puestas a funcionar de manera autogestionaria. Este fenómeno, muy relacionado con la gigantesca convulsión social provocada por las políticas de austeridad, privatizaciones y pago de la deuda llevadas a cabo en América Latina en el entorno de los años 90, está conformado, en la actualidad, por cerca de 250 empresas , que dan trabajo a unos 15.000 trabajadores, sólo en Argentina. Algunas de ellas estuvieron presentes en Marsella, como Textiles Pigüé, un emprendimiento argentino que acaba de conseguir claras victorias en el proceso de expropiación de la fábrica para ponerla en manos de los operarios.
                Así, el Encuentro Euro-Mediterráneo del que hablamos, no es más que la continuidad, en otro territorio, de los cuatro Encuentro Internacionales “La Economía de los Trabajadores” ya celebrados en Buenos Aires, México D.F. y Joao Pessoa (Brasil), en los que el ICEA ya estuvo presente, y que pusieron en contacto a muchos de los participantes en esta ocasión.
                Más allá de los debates, de indudable interés, lo cierto es que las instalaciones de la fábrica francesa se convirtieron en el epicentro de interminables intercambios entre todos los participantes y el numeroso público asistente, pudiéndose apreciar la riqueza y la pluralidad de las perspectivas presentes, y la profunda similitud de los problemas y desafíos que los trabajadores de uno y otro lado del Atlántico, enfrentamos. Un capital transnacional y fuera de control está empujando, en el marco de su más brutal crisis, a la destrucción de las fuentes de vida las clases subalternas y a la desposesión de todos los derechos y espacios para lo común conseguidos en los últimos siglos de lucha proletaria.
                Es en el marco de esa crisis y de esa apuesta global de las clases dirigentes por el despojo y la devastación de las fuentes de la vida, que la autogestión, como forma de radical democracia económica que devuelve a los productores la soberanía sobre sus propias actividades y sobre una de las principales funciones sociales, se convierte en una alternativa global, no sólo factible, sino ampliamente testada en la práctica.
                La construcción de una “economía de los trabajadores” real y operativa, no es tan sólo el resultado de una configuración ideológica cualquiera, extendida entre la población obrera, sino que es una necesidad material para la subsistencia de amplias capas de lo social. Una necesidad que se afirma más allá de las fronteras y de los océanos, y que apunta (con sus contradicciones y dificultades) la posibilidad esencial de una forma de relación social y productiva liberada del trabajo asalariado y de la explotación, y construida sobre los principios de la cooperación y el apoyo mutuo.  En construir esa posibilidad, precisamente, estamos embarcados.

                José Luis Carretero Miramar.



               




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